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BECK, los niños de los ojos negros

  • El conde Duko
  • 22 dic 2015
  • 2 Min. de lectura

​La sigla BECK deriva del término inglés Black Eyed Children o Black Eyed Kids y significa niños de los ojos negros. Además de ser completamente negros, no tienen pupilas ni el fondo blanco. Son grandes ojos negro azabache, que cubre toda la superficie, aunque esta no es su única característica. Según informes que se han podido recolectar, quienes han tenido contacto con estos seres casi inmediatamente sienten un terror que los hace quedar paralizados. Si bien hay registros de apariciones en soledad, por lo general están acompañados: suelen presentarse de dos o tres niños o adolescentes. Su edad varía entre los 6 y 16 años, tienen la piel muy blanca y se manejan con total soltura en su dialecto. Además de la percepción de miedo, los relatos señalan que, cuando alguien se “encuentra” con estos seres, sienten sometimiento a sus peticiones. Siempre necesitan ser invitados, ya sea para entrar a un lugar o tomar un objeto, y aparecen y desaparecen en forma repentina. Son curiosos, insistentes e intentan por todos los medios someter a sus necesidades a quienes se los cruzan.

¿Dónde nace la leyenda? ​Se ha recolectado gran variedad de avistamientos y casos en todo el mundo, pero la historia que dio lugar a la leyenda de los BECK se produjo el 16 de enero de 1998 a partir del testimonio de un reconocido periodista llamado Brian Bethel. Conmocionado después de su encuentro con estos niños, escribió en una página web sobre fenómenos paranormales lo que le sucedió. Bethel se encontraba en su auto cuando sintió unos golpes en la puerta del acompañante. Al levantar la vista, dos niños estaban junto a la ventanilla. Una sensación de terror lo invadió de inmediato, pese a lo cual bajó apenas el vidrio para preguntarles qué querían. Los chicos respondieron que deseaban ver una película y se habían olvidado el dinero de la entrada, por lo que le pidieron ayuda para ir hasta la casa de su madre. Bethel miró por el parabrisas y vio que en el cine de enfrente daban “Mortal kombat”, pero la función había empezado hacía casi una hora y era la última función. Volvió su mirada lentamente hacia los niños, ya suponiendo que tenían otras intenciones, pero estos les pidieron que los dejara entrar, que si no se los permitía ellos no podían.

Al observarlos en detalle se dio cuenta de que sus ojos eran completamente negros y que tenía de manera casi inconsciente la mano en el picaporte, a punto de destrabar la cerradura. Aterrorizado, Bethel reaccionó. El mayor de los niños vio que en el habitáculo del auto había una cámara de fotos. Le dijo que le encantaría jugar con la cámara, si le permitía tomarla, pero entonces el periodista tomó coraje, dio marcha atrás y salió huyendo del lugar. Mientras escapaba, miró de reojo que los dejaba atrás pero, al darse por completo la vuelta para chequear que no lo siguieran, los niños habían desaparecido y no había nadie en la calle ni tampoco frente al cine.

 
 
 

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